Por las calles de la mágica Praga (2da parte): El castillo

martes, 19 de abril de 2016

Como recordarán los improbables lectores y lectoras de este blog, en la entrada anterior empecé a contarles mis andanzas por Praga, exactamente por el Staré Mesto o Ciudad Vieja. Quería volver a esa zona pues por allí se encuentra el maravilloso Barrio Judío, pero me enteré que el cementerio no abre los sábados así que ese día decidí quedarme en MALÁ STRANA, es decir en la zona que está al otro lado del río Moldava (y donde se ubicaba mi hotel), y ascender hacia un fascinante rincón de Praga.

2. MALÁ STRANA: EL CASTILLO

No sé si estoy muy contaminado por las ficciones de Kafka pero cuando me perdía por las calles angostas o sinuosas de Praga sin encontrar el camino exacto que me permitiese subir hacia el Castillo me sentía como el agrimensor K. intentando llegar como sea hacia el huidizo fortín. Hasta que por fin hallé el camino correcto y subí los anchos escalones que suben hasta la calle JIRSKÁ, lo reconocerás porque allí se encuentra el Palacio Lobkowiczky. Un poco más adelante del palacio, entrando hacia una especie de plazoleta localizada a la derecha, está el lugar donde se paga la entrada para visitar la zona del Castillo.



Hay tres opciones de visita. El tour A, el B, o el C. Obviamente el A es más completo y más caro, yo compré el B y me costó 250 coronas. Quedé más que satisfecho. Incluye la visita a cuatro lugares: EL VIEJO PALACIO REAL, LA BASÍLICA DE SAN JORGE, LA CALLE DORADA y LA CATEDRAL DE SAN VITO.  Fácilmente te puedes perder en ellos 4 horas. Así que la opción A (que cuesta 350 coronas) y que añade a estos lugares varios más quizás es algo excesiva.

La calle dorada

Yo empecé la visita en la CALLE DORADA, puesto que lo tienes a unos pocos metros del lugar donde venden los tickets. A la entrada de esta especie de pasaje hay unos hombres que controlan el ingreso.



La calle es un encanto. Las casas que se ubican allí son pequeñísimas y todas están pintadas de colores muy vivos. Algunas han devenido negocios, y en otras no vive nadie pero puedes entrar a verlas, aunque eso sí, desde detrás de un cristal. En esta área vivieron los sirvientes del castillo y también artesanos. A mí me llamó la atención las historias (están escritas en carteles) de algunos de los vecinos que pasaron un tiempo aquí: en el número 14 vivió Matilde Prusová, quien vivió esperando el regreso de su hijo muerto en la Primera Guerra Mundial. Ella se convirtió en quiromántica y su fama trascendió fronteras. La Gestapo la mató, posiblemente por haber predicho el fin del Tercer Reich.  En el número 12 vivió Joseph Kazda que salvó muchas películas y documentales checos de la destrucción nazi. Él alquilaba varios espacios para mantenerlos en secreto, uno de ellos es este lugar.



     Y claro, el vecino más ilustre del lugar es el gran Franz Kafka, quien solía venir a retirarse del mundanal ruido en el número 22, lugar donde vivía su hermana. Él nunca vivió en ese lugar. Ahora hay allí una tienda dedicada obviamente al genio de Praga. Entré a curiosear y me pareció casi un rincón monacal, imagino que era el ideal para un hombre concentrado en escribir y escribir. Allí compré un libro sobre la vida de Kafka en la ciudad, el cual usé para el recorrido que hice siguiendo las huellas del gran Franz y el cual escribiré luego. La mujer que atiende el sitio fue muy gentil (en realidad todas las personas que dan algún tipo de servicio en la ciudad son muy encantadores) y me tomó un par de fotos con la casa.




La catedral de San Vito.

Desde LA CALLE DORADA me fui directamente a la alucinante CATEDRAL DE SAN VITO. Obra maestra de la arquitectura. Se necesitaron 600 años para verla terminada, de allí la mezcla de estilos (aunque se impone más el gótico) en su estructura.


Por las calles de la mágica Praga: La Ciudad Vieja o Stare Mesto

miércoles, 6 de abril de 2016

Tal y como me ha pasado con muchas ciudades, yo ya había ido a Praga sin haber ido nunca. Kafka tuvo la culpa. Y aunque en sus ficciones, hasta donde sé, nunca la nombra, es indudable que fue Praga el sitio que el bueno de Franz tomó como referencia para que se desarrollen sus historias. Así que allí me fui, esta vez físicamente. No podía irme de Europa sin conocerla. Menos aun estando a 4 horas de Múnich, ciudad en la que hasta hace muy poco vivía.

¿Qué decir de Praga que no se haya dicho ya? Sí, es fascinante perderse a la sombra de ese laberinto de torres y agujas; y caminar al borde de ese ancho Moldava; y tomarse una buena cerveza checa. Pero también aturde la gran cantidad de turistas que hay en esta maravillosa ciudad, y eso que cuando fui era temporada baja. Aunque felizmente todos se concentran en el mismo sitio por lo que si caminas un poco estarás muy lejos de todos ellos. También aturden los muchos jóvenes que viajan para emborracharse y pasar el fin de semana haciendo el mayor escándalo posible. Pero en fin, es algo casi inevitable.

Recorrí la ciudad dividiéndola en cuatro zonas para que se hicieran más fácil la visita y la narración. Aquí te daré unas recomendaciones de qué sitios conocer en Praga y espero que sean de tu gusto.

1. LA CIUDAD VIEJA

Mi hotel se ubicaba a cinco minutos a pie del famoso PUENTE CARLOS (ver información abajo). Dejé mi mochila allí en el hospedaje y empecé la caminata. 

A esas horas de la tarde (15:00) el puente no enamora. Para nada. Más parece una avenida de una gran ciudad en donde se compra y vende de todo. Y lo que más abunda (junto con los turistas) son los músicos callejeros y los dibujantes que te hacen trabajos al paso. Todos los caminantes estaban preocupados en ver todo eso, como si no los pudieses ver en otro lugar del mundo. Casi nadie miraba el río, ni los bellos monumentos que adornan el puente, ni el puntiagudo perfil de la ciudad. Para evitar todo esto re recomiendo ir muy temprano por la manaña. Eso hice yo y pude tomar las fotos que están aquí.








En fin. El hecho es que hay que pasar por ese purgatorio para llegar hasta la calle KARLOVA, todo tiendas y tiendas y tiendas. A pocos minutos de haber dejado el puente se puede encontrar, a mano izquierda, la entrada al fascinante KLEMENTINUM. Debes estar atento pues pasa desapercibido, yo lo confundí con la entrada a una casa común y corriente. Así que entras al patio y allí ves con facilidad la puerta donde se compran los tickets.

Aquí me pasó algo bastante curioso: conocí a un chico peruano-checo que se llamaba también Pablo. Estaba entrenándose para ser guía en el lugar así que ya sabes, cuando vayas quizás esté allí este chico y te pueda guíar en español pues normalmente los guiados son en inglés. El KLEMENTINUM es una gran construcción hecha por los jesuitas y que fue en su tiempo universidad y es sede ahora de varias bibliotecas. Allí puedes visitar la BIBLIOTECA BARROCA, una maravilla de maravillas, como bien dijo mi amiga, es como llegar al “nirvana librario”. También se sube a la SALA DEL  MERIDIANO que es una buena exposición de aparatos astronómicos, y, finalmente, a LA TORRE ASTRONÓMICA Y MIRADOR desde donde las vistas de Praga son una belleza. 


Biblioteca Barroca. Foto de https://www.routeperfect.com/
Vistas de Praga desde el Clementinum.

Vistas de Praga desde el Clementinum

Vistas de Praga desde el Clementinum.

Hay que seguir por la calle Karlova hasta la plaza principal. Allí, si te olvidas de todos los negocios, los endemoniados segway que están a punto de atropellarte siempre (¡qué invento tan horrible!) y los  miles de turistas, que como tú y como yo buscan también la experiencia, te podrás concentrar en la belleza excelsa de todos los edificios que hay alrededor. De cajón te llamará la atención el RELOJ ASTRONÓMICO al que puedes subir previo pago para tener una gran vista de la plaza y mirar abajo las bocazas abiertas de todos los turistas que esperan la hora en que el mecanismo se ponga a andar y haga su espectáculo. En el centro de la plaza está el monumento a JAN HUS (recordé en ese momento cuánto me emocionó leer la historia de este personaje en la enciclopedia histórica de Carl Grinberg que tengo en mi casa de Perú), y más atrás la Iglesia de Nuestra Señora del Týn y sus puntas que le dan ese toque de misterio tan indescriptible. O seré yo el que la asocia con esa idea pues en la portada del fantástico (por bueno y por género) libro “La noche de Wulpurga” de Meyrink , que leí alguna vez, se veía la silueta de esta iglesia en sombras, como algo amenazante.






    Por la calle CELETNÁ, que parte de la misma plaza, y es también bulliciosa y comercial, se puede llegar hasta LA TORRE DE LA POLVORA, que en otros tiempos fue una de las entradas de la ciudad. Lo que ves ahora es el resultado de una renovación que se le hizo en la segunda mitad del XIX. Aun así no deja de ser impresionante.


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